viernes, 18 de julio de 2008

Mi primer cassette.

Recuerdo, cuando niño el primer casette que me prestaron fue uno que no tenía inscripción, tarea que sólo se iba a solucionar escuchándolo, en parte. Me lo pasó una amiga de mi madre a quien le pegunté quién era, luego de tratar de escucharlo, descifrar las letras y disfrutar el ritmo. Los Prisioneros, me dijo ella; para mí una revelación. Se trataba de hacer música con lo que sentían ellos, siendo tan jóvenes.
Era mi primer escucha, fue difícil comprenderlo, porque había recién llegado a vivir a Santiago; una ciudad más grande que cualquier ciudad de provincia. Allí emergían éstos acordes.
Después supe, al crecer, que se trataba del grupo musical Los Prisioneros, una banda de San Miguel, que por honestidad, y quizás por la rabia contenida en sus instrumentos, fue lo que cautivaron tanto público y aseguraron un desarrollo perfecto para los muchachos de clase media baja.
Cierto es que Jorge González se dirigía frente a todo medio con desparpajo y que esto era conflictivo para llegar y decirlo en dictaduta. Incluso se llegó a reír de la Teletón, acusando directamente de empresario a don Francisco, y manipulando con publicidad a la gente para su colaboración. Este estilo los hizo reconocibles, después decir que eran músicos sin talento, ya no importaba.
La amiga de mi madre, antes de la llegada de la democracia, me pasó esta producción casera, con miedo, vivíamos en medio de la dictadura y en población.

Ufs...!, Los Fabulosos Cadillacs nos divirtió en demasía. Eran en un principio como veinte payasos sobre los escenarios populosos de Argentina, digo payasos no en sentido alegórico. La primera vez que los vi en tv se subieron al plató vestidos de payasos de la tristeza. No cabe duda, eran unos locos del ska, también unos beodos, no hay canción en que no se mencione el alcohol; la bebida fraguaba la noche y la conciencia pandillesca.
Pero lo mejor de todo era que tenían una clase del ser latinoamericano, con ritmo negro, lleno de folclor, cruzado de religión, esfuerzo vertido en el pueblo. Ejemplo de estos son algunos temas titulados: Sopa de Caracol, Vasos Vacíos, Rey Azúcar, y su primer lp, Bares y Fondas.
Nosotros con los cabros vacilamos todo disco que caía de ellos y era abrir la botella y dialogar, cambiar el mundo, nuestro anhelo que lo sentimos representado por Vicentico (su vocalista) y los tremendos músicos que orquestaban la fiestas de la rebelión.

Otros motivos fueron lo que se encargaron de hacernos adictos a la música. Sumo, grupo liderado por el italiano, Luka Prodán, nos hacía sentirnos en plena desesperanza, pero esa honda sensación, nos hacía sentir orgullosos la diferencia. Nos estimulaba a pensar no de manera cómoda. Sí irónica, nos exigía inteligencia. Y esto produicía placer e identidad entre los que escuchamos el canto inconformista de este Italo-trasandino.
En argentina, durante la dictadura de Videla, se prohibió escuchar música en inglés, pero ellos decidieron desobedecer y cantaron en un british sumergido en gin y heroína. Así se iba contra el oficial, de modo directo y sobre el caballo del arte.
El rock era el lenguaje, el As de Espada para nuestra defenza, sentenciaron: juventud divino tesoro.

Muchas bandas enigmáticas se apropiaron de nuestro andar. Upa, es un buen ejemplo de esto. Un grupo de Santiago que cantó a su basural de neón. Una lírica triste, mellando la política de su tiempo, con ojos rasgados y el blanco & negro del gordo y el flaco, en la tira brit. Upa, señalaba a una mujer cantando sola y triste, llorando y pidiendo auxilio en su famélico estar, en medio de la Alameda, ella misma era Santiago. Una ciudad complejizada por la vigilancia y rodeada de cordones poblaciones, en Estado deplorable.

Electrodométicos, la banda oculta de los 80´. Esta fue la que comenzó a trabajar en electrónica sus sonidos, sello que proporciaron un grupo de ingenieros, liderados por Carlos Cabeza. Y claro, había que tener cabeza para crear esta solución subversiva.
Los discos de ellos son ya material de colección dentro de la discografía del rock chileno. Uno de ellos fue un casete que en su carátula iba titulada el nombre de la producción en ruso, inscripción extraña (luego, al crecer te dabas cuenta que era un homenaje al bolchevique, o sea, al obrero de la República Soviética Socialista). Luego, su segunda producción se tildó Viva Chile, una bien parecida improvisación; una metáfora de alguien que escucha radio solo, bien adentrado de la noche, cuando la señal se interfería con otras emisoras; o cuando emergía de la pobla, la suertera Yolanda Sultana. Luego se hizo aparacer un disco que por allí sólo se puede revisar en extrañas compiliaciones. Por último, La Nueva Canción chilena, título que parece ser un homenaje a Juan Luis Martínez, material que es de pura colección.


"Fabrican estrellas que son industria/ fabrican los héroes por cantidades".

Emociones Clandestinas

Un banda de Concepción es Emociones Clandestinas, mítica banda que arrastró todo un hit a la industria de gaseosas musicales, Un Nuevo Baile, que incluso se dejó escuchar en discotecas. Parece que esta banda, luego de este hermoso trabajo fue tragado por la noche de los tiempos. Una letra simple, pero profundamente crítica. Esta lucidez se fue extinguiendo.
De sonido moderno es de preferencia para aquella juventud que se concentró en un claroscuro, durante el 80, en medio de una sociedad que se hizo engañar por un presumido bandido y las cuatro insttituciones que mantenían el orden y la moral.
Esta banda es otra oscura estrella que se le escapó a la industria nacional, hasta el momento. Una bella tarea el arriesgarse a cantar. Sin embargo, es escaso su material, parece que el único disco del cual se tiene registro es Abajo En La Costanera, de 1987.

lunes, 30 de junio de 2008

Movilización estudiantil

Estos son los conceptos con los cuales pensamos configurar el mundo del estudiante...